Estamos siendo testigos de una revolución que está ocurriendo en el mundo de la televisión. Hasta hace relativamente poco tiempo, las grandes cadenas de TV tenían su mercado controlado. Ellos eran los únicos que tenían la capacidad de difundir contenidos audiovisuales, después de haber realizado una fuerte inversión en la adquisición de licencias y de infraestructura de telecomunicaciones.
Los productores de contenidos dependían de estas grandes cadenas y las agencias de publicidad se encargaban de aportar los ingresos por medio de las campañas de sus clientes. Los consumidores se encontraban a merced de las cadenas, obligados a ver, lo que estas querían mostrar en cada momento. Estos consumidores tenían que aguantar, sin manera alguna de poder quejarse, de los abusos: excesiva publicidad, impuntualidad de los programas, interrupción de la emisión de una serie sin aviso previo ni información alguna sobre su continuidad, programación impotable, etc.
Con la llegada de Internet y los avances en la tecnología de comunicaciones y compresión de vídeo, el mercado de consumidores se ha revelado y ha comenzado a buscar formas alternas de poder disfrutar de los contenidos que desean, en el momento que desean.
Por otro lado, los proveedores de telecomunicaciones han visto una oportunidad para entrar directamente en este mercado, y comienzan a aparecer nuevos productos que complementan el portafolio de voz e Internet.
El mundo de la tecnología también ha visto la oportunidad de negocio, por lo que comienzan a ofrecer sistemas que explotan la información almacenada en la red y que hacen la experiencia del consumidor más agradable. Ejemplos de estos son Google, Apple y Yahoo.
Otras compañías relacionadas con el mundo de las películas también se han percatado de la caída de algunas barreras, y ven ante ellos un vasto campo a la espera de ser explotado, como por ejemplo Netflix que amplía su negocio de alquiler de vídeos.
Los productores de contenido y las agencias de publicidad se están dando cuenta que su mercado se está ampliando y que tienen nuevos clientes.
Pero esto no queda aquí. Esta revolución está sólo comenzando y seguro que no podremos imaginarnos como acabará. Los productores de contenidos se unirán con los publicistas, creando una nueva línea de promoción incluida en el contenido (esto no es nuevo). Las empresas dueñas de las líneas de comunicación comenzarán a discriminar el servicio, aplicando distintas tarifas según el uso. Las grandes cadenas se quejarán de competencia desleal y tratarán de aliarse con alguno de los nuevos jugadores tecnológicos, con la intención de crear nuevos núcleos de difusión de contenidos.
No creo que seamos capaces de saber como acabará esto, y lo único que espero es que ganemos los consumidores y que podamos ver lo que queramos ver, cuando queramos y en el dispositivo que queramos, a un precio (no necesariamente económico) razonable.
El audio libro de Adicción Asesina está próxima
4 years ago
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